jueves, 1 de noviembre de 2012

Gerencia - Lo mínimo mas valioso va primero

Lo mínimo mas valioso va primero

¿Cuantas iniciativas acaban en la papelera porque nos damos cuenta del gran alcance y esfuerzo que se requiere para llevarlas a cabo, o peor aún cuantas dimensionamos muy pequeñas pero en el camino se convirtieron en bestias indomables?, ¿Cuántos grandes productos salieron con la totalidad de las características implementadas en su versión inicial? Probablemente ninguno.

Cuando ingresamos en la vasta selva de la innovación y la investigación, o incluso en el trabajo rutinario, queremos hacerlo todo, damos grandes mordiscos que luego evidenciamos, no podremos masticar.

Hace algún tiempo tuve la fortuna de asistir a un curso de SCRUM y uno de los conceptos de sentido común más evidentes e impactantes en mi concepto fue el MMP (Minimal marketable Product). Aún siendo un concepto de sentido común es impresionante ver como en la práctica se hace muy complejo de lograr. Probablemente sea por nuestra ambición, o tal vez aplicamos a la definición de locura de Albert Einstein: “Locura es pretender lograr resultados diferentes haciendo lo mismo”. ¿Por qué no aprendemos de los errores del pasado y tomamos las buenas experiencias de otras industrias?

El MMP plantea que debemos hacer primero aquello que entrega más valor y de esta manera ofrecer al usuario final un producto que satisfaga algunas necesidades aún cuando sean mínimas. De esta manera se logra retorno de la inversión rápidamente, se satisface al usuario, obtenemos retroalimentación, y el equipo se siente motivado porque puede ver el resultado de su trabajo, lo cual no ocurre cuando llevamos años trabajando en la construcción de un producto y no vemos nada, tal vez veamos el avance en un cronograma pero eso es solo una gran mentira y no motiva.

El concepto de MMP se puede aplicar a cualquier contexto y actividad, de hecho lo hice durante el proyecto de reparación de un apartamento. No disponíamos de mucho tiempo y solo podíamos ocuparnos de esto los fines de semana. Durante tres periodos trabajamos incansablemente para hacer los ajustes necesarios pero con tan mala suerte, “Si así puede llamarse”, que no veíamos el avance. 

Decidimos parar para analizar la situación y nos dimos cuenta que en efecto habíamos avanzado mucho pero habíamos reparado las áreas menos deterioradas de modo que en conjunto el apartamento aún se veía en muy mal estado.

Es impresionante ver como la ley de pareto aplica en la mayoría de los contextos de la vida diaria y esta no fue la excepción. En realidad solo una pequeña parte del apartamento estaba fuertemente averiada, de modo que decidimos enfocarnos en esto. 
Acordamos que no nos quedaríamos puliendo en exceso cada reparación que hiciésemos, que nuestro objetivo sería dejar el inmueble aceptable para ser arrendado, de esta manera podríamos iniciar el proceso de consecución de prospectos de arrendatario y en paralelo podríamos refinar lo que consideráramos necesario.

En 1 fin de semana dejamos el apartamento listo para arrendar y en un periodo de 8 días ya teníamos arrendatario. 

De seguir como íbamos probablemente aún tendríamos cosas pendientes por hacer y la verdad es que siempre van a existir pendientes. En vez de eso ya entregamos algo a nuestro cliente (El arrendatario) y con el tiempo con seguridad seguiremos haciendo ajustes menores hasta acercarnos al ideal de perfección que queremos.

Se que el caso de ejemplo no es siquiera comparable con los proyectos a los que nos enfrentamos en la vida diario. Pero. ¿No les ha pasado algo similar?.

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